Cuando se trata de comenzar un proceso terapéutico, una de las claves más importantes —aunque muchas veces invisibles al principio— es la conexión con tu psicóloga. Sentirte en confianza, escuchado/a, comprendido/a y aceptado/a tal como eres, sin juicios ni etiquetas, es la base sobre la que se construye todo el proceso de sanación y crecimiento personal.
En mi consulta, no solo te ofrezco técnicas, herramientas o conocimientos. Te ofrezco presencia, acompañamiento y una relación humana auténtica. Porque más allá de la teoría, lo que verdaderamente transforma es sentir que alguien está contigo, que te mira de verdad, que camina a tu lado y sostiene tus procesos con respeto, profesionalidad y calidez.
El vínculo terapéutico no se impone, se construye. Y lo hacemos paso a paso, en cada sesión, a través del respeto mutuo, la escucha activa, el silencio necesario y las palabras que nacen desde lo genuino. En la terapia Gestalt, el aquí y ahora es esencial, y eso incluye también lo que sucede entre tú y yo en el espacio terapéutico.
Porque solo cuando te sientes seguro/a, puedes abrirte de verdad.
Porque solo cuando no te sientes juzgado/a, puedes permitirte mostrar lo que duele.
Porque solo cuando sabes que alguien está presente para ti, puedes dejar de estar solo/a ante lo que te pasa.
La confianza con tu psicóloga es lo que te permite avanzar, sostenerte en momentos difíciles y atreverte a mirar dentro sin miedo. Y si no conectas, también está bien: cada persona necesita un acompañamiento diferente. Lo importante es encontrar a quien te haga sentir cómodo/a, libre, respetado/a y con espacio para ser tú sin máscaras.
Desde mi enfoque integrativo y holístico, entiendo que la relación entre psicóloga y paciente no es jerárquica. No vengo a decirte qué hacer, ni a darte respuestas prefabricadas. Estoy aquí para caminar contigo, acompañarte a descubrir tus propias respuestas, y ayudarte a reconectar con tus recursos internos.
Creo en la presencia, en la autenticidad, en la conciencia del momento presente y en el valor del vínculo terapéutico como herramienta de transformación. Y también integro otras miradas, sabiendo que cada persona es única y que el verdadero cambio se da cuando la relación entre paciente y terapeuta es honesta, cercana y sólida.
Sentir que alguien te ve, te escucha y te acompaña puede cambiarlo todo.
Y esa conexión no es un detalle más: es el corazón de la terapia.